domingo, 28 de abril de 2013

Mademoiselle... champagne?

"C'est vrai, dit elle"
Eso era todo lo que supo de Nicole antes de que se despidiese, aunque realmente, ese fue su despido. Ni un simple ademán de aprecio o desprecio. Sin marcar la diferencia, pura indiferencia, eso fue y seguía siendo. No siempre había sido así.

Antes era Mademoiselle Champagne, así le gustaba llamarla en sus juegos en aquel ático de la Rue Ramey. Ella, con todo, no tenía ningún pseudónimo sexual, era Leks, pero lo era siempre. Ya se sabe, come y calla. Era la diferencia. No hablaba, nunca hablaba, pero siempre creía que en los juegos, ella recibía mejor de lo que daba. Era magia, era fuego y agua; hacía cosas increíbles, era ardiente y se adaptaba siempre, nunca jamás hacía lo mismo. Era un universo. Era su universo.
Y ella había sido el suyo, hasta aquel "C'est vrai".

Y sin darse cuenta, había estado veinte minutos sentada en la cama. Lágrimas surcaban sus mejillas como torrentes. No sabía ni que estaba llorando hasta que se paró a pensarlo; ¿por qué? Porque seguía en su universo, aunque iría desvaneciéndose, poco a poco.
Se dejó caer hacia la izquierda y su cabeza se encontró con la almohada. Todavía olía a su pelo. Bueno, al champú que usaba, o mejor dicho, usaban.
Empezó a usarlo, las duchas tenían su propósito, aunque les diesen otro uso más.

Algunos amigos se habían extrañado cuando les dijo que se volvía a su tierra. Obviamente no les dijo el verdadero motivo de su éxodo parisino. Argumentó que echaba mucho de menos a sus padres. Esos mismos padres que le retiraron la palabra y la abandonaron a su suerte en cuanto llegó a la mayoría de edad. Ni Krzysztof, que sabía lo de sus padres, pidió una segunda explicación, sabiendo que era mentira. Entendía que algo importante ocurría. Demasiado importante.
El resto se sorprendió más o menos. Salvo Jacques. Siempre igual. Contemplativo, aparentemente inexpresivo, pero era eso, simple y mera apariencia. Su fachada era una muralla, realmente efectiva, eso sí. En 6 años solo lo había visto llorar una vez. En el fondo, creía que habrían sido grandes amigos si las cosas que pasaron no hubiesen pasado. Pero lo que ocurrió, era eso, pasado, y el pasado condiciona el presente.
Casi tanto como el futuro. Una lástima, que no dejaba de ser mera casualidad.

*esta historia posiblemente la continúe, de ahí que no tenga un final tan marcado*

No hay comentarios:

Publicar un comentario