martes, 26 de febrero de 2013

Bienvenido al espejo.

Buenos días, tardes o noches, querido/a lector/a. 

En nombre de nadie nos gustaría darte la bienvenida a este pequeño rinconcito donde las fantasías ilógicas cobrarán vida. O no, mejor no te damos la bienvenida, tan siquiera sabemos quién eres.
Aunque, en verdad, da igual tu identidad. La nuestra también. En el fondo no debería de importar, ¿no?
No es más que un conjunto de letras que nos pertenecen desde que nacemos, sin ninguna razón. No tiene lógica ninguna. 

Y aún así, prejuzgamos. Creamos imágenes mentales de alguien que no conocemos habiendo visto solo una identidad que dicha persona proporciona directa o indirectamente, que no deja de ser un espejo deformado, ofreciéndonos una perspectiva, por lo general, alejada de lo real. Y con todo, seguimos confiando en esas imágenes. ¿Por qué confiamos en ellas?

Posiblemente, porque preferimos ver un mundo irreal a no ver nada. Y es que la ceguera real nos asusta menos que la aparente.

Después de esta pequeña reflexión, creo que yo al menos te doy la bienvenida, pero únicamente porque no sé quién eres. Si lo supiese, posiblemente no te la diese.

Un placer, lector/a desconocido/a.